Se nota que jodemos. Joder de fastidiar,
no de practicar el coito, que eso ya cada uno. Y mola.
Se nota porque trinan, desbarran y
despotrican. Unos como mala gente que son. Otros como gente que no
puede o no quiere salir de Matrix. Y cuanto más vociferan más
jodemos.
Les jode que jodamos. Cuanto más les
jode más denostan, pero al denostar consiguen que seamos aún más
los que jodemos. Porque se pongan como se pongan, lo primero que
queremos es joder a los que nos han jodido. Que tomen valeriana como
si no hubiera un mañana. Que se vayan a buscar la cagada del
lagarto. Y que paguen.
Esta potencia electoral que tanto jode no
tiene nada de asombroso. En su fuente de alimentación hay un núcleo
indestructible que no es el descontento; es la venganza. Cuando el
afán de castigar la desmesura es prioritario nada lo mata y todo lo
engorda. A partir de aquí, el partido, la plataforma o la coalición
son lo de menos. Si una herramienta deja de servir, inventaremos otra
pitando, y joderá más.
Además les jode que haya sido de la
noche a la mañana. Almas de cántaro. No se dan cuenta de que llevan
sin darse cuenta y jodiendo tanto tiempo como llevamos nosotros
palmando, rumiando y cogiendo carrerilla. Y ahora esto no hay quien
lo pare.
Podemos es visto ante todo como una
opción instrumental. Es el modo más rápido y seguro de conseguir
un objetivo simple compartido por multitud de gente variopinta: apear
a los que nos joden, a los que nos han jodido y a los que juegan a lo
mismo aunque aún no estén jodiendo. Ya de paso, ventilar bien y
barrer todos los rincones. Y luego ya veremos.
Es tan sencillo que el votante apenas
necesita ver partido, programa y candidato. Si acaso, lo justo para
saber que son demócratas, que son nuevos, que no son tontos y que no
parecen mala gente.
La venganza, aunque esté mal vista, es
pariente de la justicia, y es un pecado que tiene muchas virtudes
cuando no media el arrebato. Por ejemplo, la eficiencia. De ahí que
nada más verla reconociéramos a la Némesis que andábamos
buscando: alguien que no debe obediencia a los dioses olímpicos, que
quiere restaurar el equilibrio y que puede actuar deprisa. Somos
legión los que no tenemos nada que perder o estamos a un filo de
cuchilla de perder lo que nos queda. En tal tesitura, vemos a la
diosa con alas, como los viejos romanos. Lo demás no importa.
Dénse por jodidos los
que trinan y los que tengan algo que temer de la justicia
retributiva. Salga el sol por Antequera y
póngase por donde quiera.
Sí-se-jode. Sí-se-jode. Sí-se-jode.
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