Señor presidente, señoras y señores
diputados:
Tengo la mano tendida. Hemos de ser generosos,
tener altura de miras, tender puentes. Es hora de sumar voluntades,
de dejar a un lado estériles debates sobre chivos expiatorios,
cabezas de turco y puertas giratorias. Y no es momento de echar nada
por tierra.
No hay líneas rojas, sino margen para construir un
espacio de encuentro donde fraguar, codo con codo, espalda con
espalda, el cambio de progreso que están demandando los extrañoles.
Señorías, esto es Europa, y tenemos mimbres para tejer el cesto.
Estamos muy cerca. No puede haber miedo al abrazo del oso cuando lo
que urge es romper un compás de espera que está retrasando el
cambio. Más allá de interpretaciones oblicuas del mandato popular
que buscan romper Extraña y vaciar de sentido el marco de
convivencia de que nos dotamos en 1978, tenemos por delante grandes
retos, pero también oportunidades históricas. Y es en ese horizonte
donde deberían confluir las miradas de todos los demócratas.
Debemos poner sobre la mesa políticas capaces de acercar posiciones,
y convertir la confianza, el diálogo y el pacto leal en piedras de
toque de un nuevo modo de hacer política por y para los ciudadanos.
Es este un escenario inédito, sí, pero no hay razón para buscar
chivos de turco. Desde el minuto uno he dicho que tengo la mano
giratoria y nadie se encontrará conmigo allí donde los cestos son
tejidos por osos. Una y mil veces diré que las líneas oblicuas no
sirven para dinamitar puentes generosos. Y no debe achacarse al
compás roto, sino a la oportunidad que nos brinda la historia de
atravesar una puerta de turco que solo tiene un marco de mimbre.
Señorías, comparezco aquí sin miedo a estar
demandando a los extrañoles que saben sumar. Porque puedo
asegurarles que los turcos estériles no tienen mesas, y que no hay
nada más cerca del horizonte que ese chivo que está rompiendo las
piedras. Este país necesita retrasados en espera bien dotados. Este
país necesita cabezas giratorias capaces de hacer el oso. Este país
necesita ponerme sobre una piedra y convivir hasta achacarme las
cosas que tenemos por delante y no sirven para buscar el más allá.
Señorías, tenemos un minuto, y hoy está en
sus codos elegir un nuevo modo de interpretar los puentes que debemos
a Europa o abrazar por la espalda a esos ciudadanos expiatorios del
espacio que son un reto a la razón y están a mil. Voten en
conciencia al chivo giratorio que les urge o aseguren las mesas rojas
con dinamita popular. Pero sepan que si deciden echar en un cesto el
sentido de las voluntades históricas, si rompen con la cabeza de
tejer 1.978 puertas y dejan confluir en la nada las miradas de la
tierra, en pacto trocarse puede el clavel de sus mejillas.
Muchas gracias.
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