4/3/16

Es un chivo giratorio

Señor presidente, señoras y señores diputados:

Tengo la mano tendida. Hemos de ser generosos, tener altura de miras, tender puentes. Es hora de sumar voluntades, de dejar a un lado estériles debates sobre chivos expiatorios, cabezas de turco y puertas giratorias. Y no es momento de echar nada por tierra. 

No hay líneas rojas, sino margen para construir un espacio de encuentro donde fraguar, codo con codo, espalda con espalda, el cambio de progreso que están demandando los extrañoles. Señorías, esto es Europa, y tenemos mimbres para tejer el cesto. Estamos muy cerca. No puede haber miedo al abrazo del oso cuando lo que urge es romper un compás de espera que está retrasando el cambio. Más allá de interpretaciones oblicuas del mandato popular que buscan romper Extraña y vaciar de sentido el marco de convivencia de que nos dotamos en 1978, tenemos por delante grandes retos, pero también oportunidades históricas. Y es en ese horizonte donde deberían confluir las miradas de todos los demócratas. Debemos poner sobre la mesa políticas capaces de acercar posiciones, y convertir la confianza, el diálogo y el pacto leal en piedras de toque de un nuevo modo de hacer política por y para los ciudadanos. Es este un escenario inédito, sí, pero no hay razón para buscar chivos de turco. Desde el minuto uno he dicho que tengo la mano giratoria y nadie se encontrará conmigo allí donde los cestos son tejidos por osos. Una y mil veces diré que las líneas oblicuas no sirven para dinamitar puentes generosos. Y no debe achacarse al compás roto, sino a la oportunidad que nos brinda la historia de atravesar una puerta de turco que solo tiene un marco de mimbre.

Señorías, comparezco aquí sin miedo a estar demandando a los extrañoles que saben sumar. Porque puedo asegurarles que los turcos estériles no tienen mesas, y que no hay nada más cerca del horizonte que ese chivo que está rompiendo las piedras. Este país necesita retrasados en espera bien dotados. Este país necesita cabezas giratorias capaces de hacer el oso. Este país necesita ponerme sobre una piedra y convivir hasta achacarme las cosas que tenemos por delante y no sirven para buscar el más allá.

Señorías, tenemos un minuto, y hoy está en sus codos elegir un nuevo modo de interpretar los puentes que debemos a Europa o abrazar por la espalda a esos ciudadanos expiatorios del espacio que son un reto a la razón y están a mil. Voten en conciencia al chivo giratorio que les urge o aseguren las mesas rojas con dinamita popular. Pero sepan que si deciden echar en un cesto el sentido de las voluntades históricas, si rompen con la cabeza de tejer 1.978 puertas y dejan confluir en la nada las miradas de la tierra, en pacto trocarse puede el clavel de sus mejillas.

Muchas gracias.

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